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Taller de arte rupestre. Cuevas prehistóricas de Cantabria: el primer arte de la humanidad

Información General

Programa curso

BECAS

Listado de Becarios
Código
63W9
Horas
30
Fecha
13 Ago 2018
17 Ago 2018
Precio
130 € Tarifa C
Tipo
Taller
Temática
Humanidades, Artes y Comunicación
ECTS
1

Sede donde se gestiona

Santander

Lugar de impartición

Santander - Península de la Magdalena (Comedor de Gala)

Dirección

Gonzalo Pedro Sánchez Eguren
Docente en el Programa Sénior de la UNED Cantabria

Descripción de la actividad

Cantabria es una región de unos 5.300 km2, lo que representa poco más del 1% de la superficie total de España. Se trata, pues, de un pequeño territorio enclavado en el norte de la península ibérica, a caballo entre el mar Cantábrico y la cordillera Cantábrica.

No obstante, en sus reducidas dimensiones, Cantabria alberga uno de los mayores conjuntos de yacimientos prehistóricos y cuevas del mundo, que han dejado magníficos vestigios de un pasado ancestral y una cultura que alcanzó unos niveles que trascienden a sus límites cronológicos.

La cueva de Altamira, calificada por Joseph Déchelette como la “Capilla Sixtina del Arte Cuaternario”, fue declarada Monumento Nacional en 1924 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. Después de la polémica que se suscitó tras el descubrimiento de las pinturas en 1879, Altamira se ha erigido en el máximo exponente del arte rupestre paleolítico mundial y símbolo de la eclosión del pensamiento simbólico desarrollado por aquellas sociedades de cazadores-recolectores que poblaron el suelo de la actual Cantabria hace 40.000 años.

A lo largo del pasado siglo XX, el subsuelo de nuestra comunidad autónoma fue desvelando aquellos espacios subterráneos que habían permanecido ocultos durante miles de años. Figuras de la talla de Hermilio Alcalde del Río, Lorenzo Sierra o el padre Carballo, considerados los pioneros de la arqueología y la prehistoria en Cantabria, fueron descubriendo nuevas cavidades con arte rupestre e importantes yacimientos que han proporcionado restos materiales de extraordinario valor artístico, algunos de los cuales se exhiben en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

Gracias al impulso de aquellos precursores, y al creciente número de cuevas decoradas que se iban descubriendo, Cantabria fue durante años el epicentro de la investigación arqueológica en Europa. Por sus yacimientos y cavidades ha desfilado un ramillete de autoridades que han contribuido a consolidar y acrecentar el conocimiento que tenemos sobre la Cantabria prehistórica.

Así pues, resulta inexcusable citar a personalidades de la talla intelectual y científica como Juan Vilanova y Piera, Émile Cartailhac, Henri Breuil, Hugo Obermaier, Paul Wernert, Teilhard de Chardin, Miles Crawford Burkitt, Conde de la Vega del Sella, Joaquín González Echegaray, Leslie Gordon Freeman, André Leroi-Gourhan, Lawrence G. Straus, Alfredo García Lorenzo, Eduardo Ripoll, Martín Almagro, Jean Clottes o Victoria Cabrera, además de los que, en la actualidad, dirigen importantes proyectos de investigación, como en el área arqueológica de la Garma.

En definitiva, ha sido este denodado empeño en la investigación, conservación y difusión  del patrimonio subterráneo de Cantabria, lo que ha contribuido a que la UNESCO declarara en la reunión de su comité, que se celebró en Quebec (Canadá) en julio de 2008, Patrimonio de la Humanidad a un conjunto de diecisiete cuevas de la región cantábrica, ampliando la candidatura de la cueva de Altamira, que fue aprobada en París en 1985. 

Una vez que la propuesta fue valorada por el  Comité de Patrimonio Mundial, se adoptó la siguiente Declaración de Valor Universal Excepcional: “El conjunto de diecisiete cuevas decoradas en la cornisa cantábrica como extensión de la cueva de Altamira, ilustra la aparición y el florecimiento del arte humano durante el largo período histórico del Paleolítico Superior (35.000 - 11.000 BP). Está íntimamente ligado a la aparición del Homo Sapiens y de una nueva cultura humana que implica cambios materiales profundos, la invención de nuevas técnicas y el desarrollo de la expresión artística a través de la pintura, el grabado y la escultura. Por su número y calidad, las cuevas de la cornisa cantábrica ofrecen una verdadera monografía del arte rupestre del Paleolítico Superior, excepcionalmente rico y diversificado. El conjunto está además muy bien conservado. Aporta un testimonio excepcional de la historia humana”.

 

Entre esas diecisiete cavidades declaradas, nueve pertenecen a Cantabria:

La cueva del Pendo (Escobedo de Camargo) era conocida desde antiguo por los lugareños. Marcelino Sanz de Sautuola realizó las primeras excavaciones, que se prolongaron durante buena parte del siglo XX. Cuenta con un yacimiento arqueológico que ha proporcionado auténticas obras maestras del arte mobiliar, algunas de ellas expuestas en el MUPAC, y que los alumnos/as del taller tendrán la oportunidad de contemplar, además de unos grabados descubiertos por Hermilio Alcalde del Río en 1907 y el interesante conjunto de pinturas rojas descubiertas en agosto de 1997.

La cueva de Covalanas (Ramales de la Victoria) fue descubierta el 11 de septiembre de 1903 por Hermilio Alcalde del Río y Lorenzo Sierra. Es una cavidad pequeña, íntima, en la que destacan las representaciones de ciervas rojas a partir de trazos punteados.

La cueva de Hornos de la Peña (San Felices de Buelna) es descubierta por Hermilio Alcalde del Río el 27 de octubre de 1903. Acoge uno de los conjuntos de grabados más sobresalientes del arte francocantábrico, y una figura enigmática, inquietante, impactante…

 La cueva del Castillo (Puente Viesgo) desvela sus secretos gracias, de nuevo, a Hermilio Alcalde del Río, el 8 de noviembre de 1903. Además del excepcional repertorio iconográfico del interior de la cavidad, el yacimiento cuenta con una de las más largas y completas secuencias de ocupación humana de la prehistoria mundial.

La cueva de la Pasiega (Puente Viesgo) se descubre en 1911 gracias a Hugo Obermaier y Paul Wernert. Concentra con uno de los repertorios iconográficos más completos y extensos del arte rupestre paleolítico europeo, con más de 700 representaciones. En las últimas fechas, la cueva de la Pasiega ha sido portada y foco de atención en los medios de comunicación por las dataciones de unas pinturas que, de acuerdo a las opiniones de  los responsables del estudio, nos dicen que el primer arte de la humanidad comenzó con los neandertales, hace más de sesenta mil años.

El descubrimiento de la cueva de las Monedas (Puente Viesgo) se produce en abril de 1952, cuando el guarda Isidoro Blanco localiza la entrada. Dispone de un magnífico conjunto de pinturas negras situadas en una pequeña galería cercana a la entrada de la cueva. La publicación con el estudio de las pinturas fue llevada a cabo por el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Eduardo Ripoll.

Un año después, en 1953, los trabajos de prospección del monte, dirigidos por el ingeniero canario Alfredo García Lorenzo, sacan a la luz la última cavidad decorada en el Monte Castillo de Puente Viesgo, Las Chimeneas. El estudio del arte parietal estuvo a cargo de Joaquín González Echegaray, uno de los próceres más notables de la investigación prehistórica cantábrica.

La cueva de Chufín (Ciclones, Puentenansa)  es descubierta por Manuel de Cos Borbolla en 1972. Un año después, Martín Almagro, director por entonces del Museo Arqueológico Nacional, confirma el hallazgo y publica la primera monografía sobre la cueva.

La cueva de la Garma (Omoño, Ribamontán al Monte), y en particular su galería inferior, se descubre en noviembre de 1995. Se trata de un yacimiento extraordinario, intacto, una cápsula del tiempo, tal y como lo dejaron sus últimos moradores hace unos 14.000 años. Además, dispone de un excepcional repertorio de arte rupestre que aún está en proceso de estudio.

Por todo lo expuesto anteriormente, se propone la realización de un taller que contribuya a la divulgación y el conocimiento de un legado cultural extraordinario y único. En este sentido, el arte rupestre paleolítico, creado por sociedades de cazadores-recolectores, constituye una de las manifestaciones culturales más sobresalientes de la historia de la Humanidad.  Además de por sus cualidades propiamente estéticas, la importancia de este fenómeno deriva, desde el punto de vista histórico, de su carácter representativo en una etapa crucial de la evolución humana: la aparición del Homo Sapiens.  De este modo, lo que se representa en las paredes y techos de las cuevas no es únicamente la primera muestra artística del ser humano, sino la eclosión del comportamiento moderno, que tiene en el arte rupestre una de sus principales manifestaciones.

El taller está dirigido a toda persona interesada en el conocimiento del patrimonio subterráneo de Cantabria y, en particular, de sus diez cuevas declaradas Patrimonio de la Humanidad. La metodología se basa en presentaciones con diapositivas y recursos audiovisuales, de manera que resulte accesible y ameno, sin menoscabo del rigor científico.

El programa se inicia con una revisión contextual del periodo histórico en el que se inscribe el presente taller. La prehistoria es una dilatada y crucial etapa en la evolución y desarrollo de nuestra especie. Al carecer de documentación escrita, el nivel de conocimiento que tenemos de aquellas ancestrales sociedades se restringe al registro arqueológico, a las evidencias materiales y a los vestigios que han quedado sellados en los yacimientos. A través de las industrias, de los artefactos y de las manifestaciones artísticas, podemos esclarecer de algún modo cómo eran las sociedades de cazadores-recolectores que ocuparon el territorio europeo durante la última glaciación

Existe un consenso generalizado en el ámbito científico y académico que admite que estamos ante sociedades complejas, con unas pautas que indican ya un comportamiento moderno. Veremos y reflexionaremos sobre cuáles son estos rasgos identificativos y si son propios de nuestra especie, como es, por ejemplo, la eclosión del arte y el pensamiento simbólico.

Una vez tratados estos asuntos, introduciremos al alumnado en el arte prehistórico, concretamente al representado durante el Paleolítico Superior, aunque tengamos que retroceder todavía más en el tiempo para encontrar los primeros balbuceos artísticos.

Las últimas sesiones se dedicarán a conocer más en particular las diez cuevas de Cantabria que están declaradas Patrimonio de la Humanidad. No obstante, teniendo en cuenta que el arte rupestre paleolítico es un fenómeno universal, que no entiende de fronteras, se incluirán referencias a otros lugares.

Por último, quisiera que este taller sea una experiencia para que el alumnado participe y reflexione sobre las cuestiones que se van a tratar. Se trata, en definitiva, de crear un espacio lo suficientemente flexible para que todos los asistentes no tengan reparo alguno en intervenir, generando una dinámica que, sin duda, enriquecerá esta propuesta.