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Taller de escultura. Conceptos sobre modelado y transformación a materias estables

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BECAS

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Samuel Salcedo
Código
63XY
Horas
30
Fecha
06 Ago 2018
10 Ago 2018
Precio
130 € Tarifa C
Tipo
Taller
Temática
Humanidades, Artes y Comunicación
ECTS
1

Sede donde se gestiona

Santander

Lugar de impartición

Santander - Península de la Magdalena (Rector Ernest Lluch)

Dirección

Samuel Salcedo García
Artista

Descripción de la actividad

 

Utilizando el modelado como punto de partida, se trabajarán los significados derivados de este lenguaje.

Se trabajará intentando potenciar la intuición y la capacidad de reflexión sobre nuestra obra, buscando nuevos caminos de expresión en todas las partes del proceso escultórico.

 

-La lectura de nuestro trabajo, nuestra personalidad en el tipo de modelado y su interpretación.

-El encaje conceptual entre lo representado y su formalización.

-Las herramientas y la manera de atacar el material.

-Cómo los materiales dan significado a nuestro proyecto escultórico y cómo abordarlo desde un punto de vista no convencional o tradicional.

-Teoría sobre diferentes tipos de moldes cómo proceso intermedio de transformación o reproducción.

-Nuevos materiales en el proceso de transformación a pieza definitiva.

Utilizando el modelado como punto de partida, se trabajarán los significados derivados de este lenguaje.

Se trabajará intentando potenciar la intuición y la capacidad de reflexión sobre nuestra obra, buscando nuevos caminos de expresión en todas las partes del proceso escultórico.

 

-La lectura de nuestro trabajo, nuestra personalidad en el tipo de modelado y su interpretación.

-El encaje conceptual entre lo representado y su formalización.

-Las herramientas y la manera de atacar el material.

-Cómo los materiales dan significado a nuestro proyecto escultórico y cómo abordarlo desde un punto de vista no convencional o tradicional.

-Teoría sobre diferentes tipos de moldes cómo proceso intermedio de transformación o reproducción.

-Nuevos materiales en el proceso de transformación a pieza definitiva.

Un artista (figurativo) del siglo XXI

 

¿Existe un arte figurativo propio del siglo XXI? ¿Existe hoy una escultura y una pintura figurativas que logren representar nuestra época?

Creo que la obra de Samuel Salcedo es uno de los mejores ejemplos que cabe encontrar de arte figurativo de principios del siglo XXI. Y que el valor de su aportación se debe a que este escultor y pintor barcelonés logra plantear en su obra una reflexión profunda y sin embargo divertida, en tono ligero, sobre la condición humana, sobre lo que significa la existencia humana en nuestra interesante, extraña y a veces estúpida civilización.

Salcedo evita el tono solemne y sabe representar como una comedia dramática las cuestiones que para otros serían motivo de tragedia o incluso de tedio. Lo hace con la alegría propia de quien se sabe libre de ciertas vanidades que son la base de nuestra pretenciosa sociedad, con la lucidez de quien no se autoengaña y asume también la parte irrisoria y las limitaciones del ser humano. Pero antes de centrarme en su obra me voy a permitir un “flash back” histórico.

En el arte contemporáneo se ha dado una extraña renuncia o represión, que no se suele percibir como tal y que por ello me parece oportuno señalar. Durante muchos siglos, los artistas estuvieron al servicio de los poderes políticos, religiosos y económicos. Sus temas obligados eran las escenas de la Biblia y de la mitología clásica y el elogio del poder establecido y de la riqueza burguesa. En principio carecían de libertad creadora, aunque algunos se tomaron libertades y hoy podemos admirar las obras maestras de Vermeer, Rembrandt, Bosch o Leonardo. La liberación moderna que apuntaron Goya, Van Gogh, Munch y otros no se consumó plenamente hasta el siglo XX, con las vanguardias históricas, y más tarde, en los años 60, con la irrupción del pop y las actitudes libertarias.

Lograda la anhelada libertad artística, ¿qué se ha hecho con ella?. Pues bien, tras la explosión creadora de las vanguardias (Dadá, surrealismo, etcétera) y tras la explosión destructora de la Segunda Guerra Mundial, sucedió algo sorprendente: la mayor parte de los pintores y escultores figurativos contemporáneos dejaron de hacer pleno uso de esa recién conquistada libertad de representación. Las imágenes del arte pop eran con frecuencia estereotipos publicitarios y mediáticos y rara vez profundizaban en los aspectos personales o subjetivos. Y las figuraciones realistas casi siempre se han autolimitado a la obviedad y el academicismo. Lo cierto es que una vez lograda esa libertad, fueron pocos (Balthus, Bacon) los pintores y escultores figurativos que supieron aprovecharla a fondo. El relevo lo tomaron otras artes, como la fotografía, el cómic y el cine. Sin embargo, en los tres últimos decenios ha ido surgiendo una nueva figuración subjetiva y metarrealista que sí hace pleno uso de esa libertad. El pintor holandés Pat Andrea es uno de sus pioneros y, entre los jóvenes, Samuel Salcedo es uno de sus mejores exponentes internacionales.

Una de las primeras cosas que llaman la atención en su obra es que transmite una extraordinaria sensación de libertad. Creo que en parte ello se debe a que se atreve a contemplar a la especie humana con distanciamiento crítico y autocrítico, ironizando sobre sus aspectos grotescos, irrisorios o ilusos, pero evitando juzgarlos desde una presunta superioridad. Salcedo no sólo hace pleno uso de esa libertad de representación figurativa, sino que, cuando retrata al ser humano de ahora, afirma además una completa liberación respecto a todo tipo de moralismos hipócritas (valga la redundancia), tanto los tradicionales, de antiguo régimen, como los que suele desplegar con rutina cierto progresismo entorpecido por topicazos.

Por su virtuosismo técnico y sus contenidos a veces transgresores, alguien podría relacionar la obra de Salcedo con la de Maurizio Cattelan o con la del hiperrealista Ron Mueck, pero sería una visión superficial. Salcedo no se basa en la anécdota y el impacto. El sentido de su obra es más ambiguo y está más cerca de Nietzsche: ese saber reconocer la realidad, toda la realidad, incluyendo lo peor y lo ridículo; ese saber ver lo demasiado humano y lo insuficientemente sobrehumano de ese animalito pretencioso llamado hombre (o mujer). Salcedo logra representar al ser humano como animal (lo desnuda) y al mismo tiempo como criatura que necesita distracciones y regalos, como ser carencial que necesita comprar suplementos: máscaras profanas, objetos de ficción y prótesis psicológicas propias de un ser ya posnatural, sucedáneos tal vez de eso que se ha llamado el paraíso perdido.