Nuria Varela: “Nuestro fallo como sociedad es no haber incorporado la igualdad y el respeto en el aula”

Santander.- “¿Cómo es posible que en las sociedades democráticas europeas del siglo XXI soportemos tantísima violencia las mujeres?” Para la periodista y escritora Nuria Varela la clave es la educación porque “ningún niño nace violador ni maltratador”. Así se ha pronunciado Varela con motivo de su participación en el encuentro Violencia machista, cultura y sociedad, que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

“El problema fundamental ahora mismo es la educación”, ha señalado la autora de Feminismo para principiantes (2005) sobre una problemática que se ha acrecentado en los últimos diez años: el número de menores agresores condenados por violencia de género se ha triplicado fruto de “la dejación del aula”. Para Varela, la “mirada masculina y misógina está todavía en el conocimiento” o en otras palabras “el machismo se sigue estudiando”. Y es este “el mayor déficit de nuestra sociedad: la educación”.

En declaraciones a los medios, la escritora ha intervenido junto al director del curso, profesor titular de Medicina Legal y director de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada, Miguel Lorente, que ha advertido la insuficiencia del Pacto de Estado contra la violencia de género porque “lo que necesitamos –ha indicado- es un Pacto de Estado contra el machismo”. Para el experto, es un error dar a estos individuos “un espacio de normalidad para que actúen, planifiquen y lleven a cabo sus conductas, entre ellas, la violencia”. Las actuaciones, a su juicio, deben orientarse “contra el machismo, la desigualdad social, el patriarcado y no solo contra sus expresiones”, ha explicado.

Durante la rueda de prensa, con motivo del encuentro que dirige en la UIMP, Lorente ha considerado que la clave para combatir la violencia machista es “no insistir sobre las circunstancias particulares de cada caso, sino sobre la realidad común a todos ellos: el machismo”. Además, ha recordado que actualmente la “estrategia” de esta lacra social es descontextualizar y quitar el significado a esta violencia: del negacionismo, donde el problema se veía como algo "mínimo y fragmentado", se ha pasado a “un intento de quitar el origen machista y reducirlo a circunstancias particulares”.

¿Qué clase de sociedad es aquella capaz de generar sesenta asesinos cada año de media, desde la normalidad?, ha preguntado Lorente sobre lo que considera “un mito”, entre tantos que utilizan “los agresores para desconectar de esta raíz machista”. Para rebatir el mito de que “son hombres enfermos mentales, con problemas psicológicos, de alcoholismo o drogas”, el experto ha argumentado con datos que “el hombre maltratador recurre a la violencia excesiva porque el objetivo no es solo dañar, sino que además es aleccionar”.

Las 600 sentencias de 2001 a 2016 que ha publicado el Observatorio contra la Violencia Doméstica del Consejo General del Poder Judicial indican que “la inmensa mayoría de los hombres que llevan a cabo la violencia y que terminan asesinando a sus mujeres lo hacen con plena conciencia, planificación, premeditación, y sabiendo lo que hacen”. Los tóxicos actúan modificando la conducta en el 0'5% de los casos, anulando la conducta en el 0%, y en el caso de las alteraciones psíquicas modificando la conducta, y atenuando la responsabilidad, intervienen en el 7% y anulando la voluntad en el 2%. Por lo que, a su juicio, “la idea de que esto es un problema de locos, alcohólicos y drogadictos es un mito que no se corresponde con la realidad”.

Para Lorente, si no acabamos con “esta normalidad machista del patriarcado difícilmente vamos a ser capaces de acabar con la violencia que sufren las mujeres, incluso en la peor de sus expresiones, como es el homicidio”. Por ello ha hecho hincapié en que el perfil del agresor tiene tres características: “Hombre, varón de sexo masculino”. Lo cual supone, desde su punto de vista, que las “circunstancias particulares” no son la causa de la violencia y “no exime de responsabilidad a estos hombres”.

 

Fotografía: Esteban Cobo | UIMP 2018