El escritor Marcos Chicot vuelve a la UIMP con un curso autobiográfico con la literatura como eje

Santander.- Como si se tratara de una novela autobiográfica, el escritor Marcos Chicot ha narrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) los hechos que más han determinado su vida y, por tanto, su obra. Durante la primera sesión del curso ‘El autor y su obra’, titulado La historia detrás de mis novelas, el escritor ha realizado un recorrido por su infancia y juventud, momentos en los que la lectura ha sido determinante.

A Marcos Chicot el reconocimiento del público y la crítica le llegó de la mano de El asesinato de Pitágoras (2013), que se ha convertido en el ebook en lengua española o traducción más vendido de todos los tiempos, pero la niñez de este best seller no responde a lo que uno podría imaginar: “Una de mis características es el déficit de atención, que me definió de niño”, ha asegurado durante esta primera jornada el también autor de La Hermandad (2014).

Según ha contado Chicot, había cosas que no le costaba aprender y comprender, como algunas relacionadas con la Ciencia que le “interesaba muchísimo”, sin embrago, cuando había que aprender las cosas de memoria, era “el desastre absoluto” y, por lo tanto, “un fracaso escolar en ciernes”. Algo que se contrarrestó con la lectura y mucha imaginación. “Yo vivía en un mundo aparte en desconexión con todo, excepto con las cosas pequeñas que me interesaban: mis libros”, ha comentado.

Siguiendo un orden cronológico, Chicot ha reflexionado sobre su relación con la literatura que, durante su niñez, se convirtió en una realidad que “vivía intensamente”. Al criarse en un ambiente propicio para la lectura, en el que recuerda a su abuela como uno de sus estímulos lectores, el escritor encontró, mediante libros como La historia interminable o Momo de Michael Ende, un medio de “evasión del mundo real”, que integraba el mundo real y el fantástico, en el que “yo me empeñaba en vivir”, ha expresado.

Sin embargo, también dio a los nueve años con libros como El arte de matar y Los verdugos españoles, lecturas clandestinas que le impactaron “profundamente” al ser su “primer contacto con la crueldad humana”. Este descubrimiento le mostró que “el mal de verdad estaba en el hombre” y le marcó de tal forma que sus “personajes sádicos tienen su raíz en estos libros”.

Asimismo, la colección El premio Nobel de Flores Lázaro influyó enormemente en él: “Encontré adultos perfectos moral e intelectualmente”, ha rememorado Chicot. Las biografías de Ramón y Cajal, Marie Curie, Einstein o Fleming son un “hito” y le han inspirado siempre de tal manera que, cuenta de forma anecdótica, llegó a robar el libro que versaba sobre Fleming. Libro que, a día de hoy, conserva. “Esos libros hicieron que tuviera guías morales”.

El autor considera que la extensa lectura “sobre alguno de estos grandes maestros” puede dejar “un pequeño poso” y eso mismo es lo que él pretende con sus obras. Más allá de entretener, Chicot persigue “difundir conocimiento y si es posible, inducir a la reflexión y producir un pequeño cambio” porque “todo pensamiento, ya sea inducido o por sí mismo, produce un cambio”. Lo cual, ha señalado, es su “principal estímulo” para seguir escribiendo.

Además, en esta primera sesión, Chicot ha contado a sus alumnos que a los “diez u once años” quiso escribir su primera novela, que empezó pero no terminó, sobre un “niño que cae en el mundo de los sueños”.

Durante su etapa universitaria llegó el punto de inflexión de la procrastinación a la que, parecía, estaba destinado: “Aprendí a disimular”, mediante un método que hoy en día sigue utilizando. Y es que Chicot se volvió metódico y comenzó a dirigir su atención a través de la motivación. Desarrolló sus propias técnicas de control de la atención, métodos que ha ido perfeccionando y que, incluso, emplea a la hora de planificar sus novelas, aunque “el peligro –el déficit de atención- sigue ahí siempre”.

 

El autor y su obra

En el acto inaugural, el vicerrector de Innovación y Desarrollo de Proyectos de la UIMP, Rodrigo Martínez-Val, ha celebrado que el escritor haya vuelto a los Cursos Avanzados de Verano con un tipo de "literatura de la que alimenta el espíritu". Tras haber impartido el pasado verano la última sesión del ciclo Martes Literarios, el autor de El asesinato de Sócrates (2016) ha vuelto a la UIMP con una propuesta para transmitir a todos los asistentes “las cuestiones más relevantes” que ha podido aprender en su vida de escritor.

Para Chicot, este curso es un ejemplo de “diálogo” como el que siempre busca con sus obras: “Yo escribo para los lectores. Siempre imagino su reacción y su respuesta”. En este sentido, ha explicado a sus alumnos que prima la sinceridad y que no concibe “otra manera de vivir la literatura y vivir la vida”.

A lo largo de las sesiones, los asistentes irán conociendo al escritor madrileño que reconoce ser “un poco caótico” tanto a la hora de “preparar sus novelas”, como en “la vida en general” porque es “como funciona mi mente”. Una forma de exploración exhaustiva de “todas las posibilidades de las ideas” o descarrilamiento del pensamiento. Este último, rasgo de los esquizofrénicos que “a veces me ocurre”, ha reconocido.

En cuanto a la técnica literaria, Chicot ha explicado que la abordará mediante “una autobiografía literaria” y sus propias novelas. En concreto, se detendrá en El asesinato de Sócrates porque es su “última novela publicada y escrita con lo cual es el producto del aprendizaje que supone cada libro”, porque aprender es “uno de los leitmotivs de mi vida”, ha indicado.

“Mis novelas son bastante técnicas, en cuanto a que están muy pensadas y repasadas. No soy ningún Mozart, yo hago millones de retoques”. Chicot ha asegurado que, a veces, hay “hasta cien reescrituras de algunos pasajes”. Algo en la línea de sus rasgos: “Perfeccionista, obsesivo e indeciso”, ha concluido.

 

Fotografías: Esteban Cobo | UIMP 2018