La expresividad de los objetos cotidianos llega al taller de diseño gráfico de la UIMP

Santander.– Lo que empezó como un hobby mientras paseaba por la playa –recoger piedras, trozos de plástico, restos de botellas...- se convirtió en un proyecto de investigación para el diseñador Pepe Gimeno. Y es que estos experimentos, con los que se sentía "un alquimista, aunque mis vecinos alucinaran al verme cargando con las bolsas", ha bromeado, le han permitido recuperar la belleza de lo cotidiano.

Con toda esa experiencia en la maleta, ha participado en el taller Diseño con las manos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo para enseñar a los alumnos La expresividad de los residuos. Una aproximación especial al mundo del diseño en la que se utilizan "los principios de la percepción, lo básico en todo arte como la composición, el ritmo... Un ejercicio en el que aprovechas las limitaciones y las conviertes en ventajas", ha asegurado.
Además, Gimeno –acompañado por el director del taller, Emilio Gil- ha propuesto una sesión donde buscar el verdadero valor de lo cotidiano y "reflexionar" sobre "cómo nos estamos alejando de encontrar la belleza de las cosas sencillas". Ya sea un trozo de papel, una etiqueta o un tapón de plástico, porque hasta "el material de desecho tiene una serie de valores fascinante".

 

Fotografía: Juan Manuel Serrano