Experto analiza la longevidad de los humanos en la antigüedad en un curso de la UIMP

Santander.- El catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid y director del Centro Mixto (UCM-ISCIlI) para el Estudio de la Evolución y el Comportamiento Humanos, Juan Luis Arsuaga, ha participado en el curso La novela al rescate de la historia de España que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde ha analizado la longevidad de la especie humana en la antigüedad.

El catedrático de Paleontología de la UCM-ISClll ha querido combatir el prejuicio de que “antes a los treinta años ya eran viejos”. Por eso ha explicado “cómo era un señor o señora de cuarenta o cincuenta años en cualquier época de la historia”. Respecto a la idea de que en la antigüedad la gente envejecía muy pronto, Arsuaga ha mostrado más errores en la misma línea, como la creencia “muy extendida” de que las mujeres tenían hijos a los diez o doce años, cuando “es justo al contrario”. Actualmente, según ha explicado, la fertilidad de una mujer “empieza más pronto que nunca en la historia”, por ejemplo, en el siglo XIX “empezaba a los quince o dieciséis años”.

Una de las razones que incitan a estas creencias como ha expuesto Arsuaga, es la esperanza de vida: “Se basa en un parámetro, en una variable demográfica estadística que es equivoca”. Según ha puntualizado el catedrático de Paleontología de la (UCM-ISClll), “la esperanza de vida esencialmente sería, en su traducción al castellano, mortalidad infantil”, ya que la muerte de menores descendía la cifra de esperanza de vida, y eso no quería decir que “una persona de alta edad no podía ser activo”.

Para Arsuaga, lo que interesa es la longevidad. “Es un parámetro biológico que no depende de las condiciones de vida ni de la alimentación. Cada especie tiene su longevidad, que es la edad que puede llegar a vivir un individuo sin morirse, ni de hambre, ni por accidentes”. Dos aspectos que intervienen en la longevidad son el tamaño de la especie, ya que las grandes viven más que las pequeñas, y el tamaño del cerebro, las especies con un gran cerebro viven más años, además, cuanto más grande sea, más tiempo necesita para desarrollarse.

Respecto a las especies, Arsuaga ha detallado la longevidad de alguna de ellas. Los australopithecus, por ejemplo, “vivían igual que los chimpancés”, 45 años. Algunas causas de su muerte eran prematuras, como infanticidio, violencia o, por ejemplo, “quedarse atrás en poblaciones que están en continuos movimientos”. “Hay un momento determinado en el que empiezan a fabricar herramientas de piedra y acceden a productos de origen animal, coincidiendo con el desarrollo del cerebro”, ha expresado.

Otro ejemplo que ha expuesto es el del Hombre del Neanderthal, que cazaban y recolectaban, y vivían hasta los setenta años. Según ha explicado el experto, esta longevidad se ha mantenido durante años, y fue a partir del siglo XX cuando volvieron a mostrarse cambios.

Inauguración

En la inauguración del seminario han intervenido el vicerrector de Innovación y Desarrollo de Proyectos, Rodrigo Martínez-Val, el escritor y periodista, autor de El rey pequeño y La canción del bisonte y director del curso, Antonio Pérez Henares, y el doctor en Historia Moderna, autor de El espía del rey y secretario del mismo, José Calvo. En posteriores jornadas, participarán ilustres literatos como Almudena de Arteaga, autora de El Marqués de Santillana y La Princesa de Éboli, Isabel San Sebastián, periodista y autora de La Visigoda y Astur, o Javier Sierra Albert, autor de La cena secreta y El fuego invisible.

 

Fotografía: Esteban Cobo | UIMP 2018