José Manuel Rodríguez Uribes, embajador de España ante la Unesco: “Es nuestra obligación reconocer la Casona de Tudanca como el gran espacio de intelectualidad que fue”

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Santander, 4 de agosto de 2022-. Fue un lugar para el encuentro y el diálogo. Al abrigo de la montaña, reputados intelectuales de principios del siglo XX debatían, reflexionaban y, sobre todo, aprendían. Concepción Arenal, Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno, Rafael Alberti, Federico García Lorca o Miguel Hernández compartieron vivencias en la Casona de Tudanca. Un lugar que, en palabras de José Manuel Rodríguez Uribes, embajador delegado de España ante la Unesco, “es nuestra obligación reconocer como el gran espacio de la intelectualidad que fue”.

Reivindicar la importancia cultural y patrimonial de este emplazamiento ubicado en el valle del Nansa es uno de los principales objetivos del curso ‘La Casona de Tudanca y los Hermanos Cossío’, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Esta propuesta, enmarcada en los Cursos de Verano 2022 de la institución académica, y que nace con vocación de continuidad, pretende “poner en valor uno de los episodios más brillantes de la historia intelectual de la España de la Edad de Plata”.

Ángel Martínez, director cultural de la Biblioteca Nacional de España e impulsor de esta propuesta formativa, no tiene duda en señalar este espacio como un valor a preservar y un activo sobre el que trabajar. “No todas las comunidades tienen un elemento tan importante en torno al que generar un polo dinamizador de la cultura”, indicó en la rueda de prensa de presentación del curso.

La Casona de Tudanca, que perteneció a D. José María de Cossío antes de ser donada al Gobierno de Cantabria, es una joya patrimonial por descubrir. Además de su valor arquitectónico, alberga una notable biblioteca con algunas obras manuscritas y más de 25.000 volúmenes. Entre ellas, sobresale el ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’, poema escrito por Federico García Lorca, algunos originales de Alberti y otras obras de escritores de la Generación del 27.

Una colección de valor incalculable que, a día de hoy, no se puede consultar online. Digitalizar los fondos bibliográficos supondría dar un paso de gigante en la democratización de la cultura. “Además, contribuiría a respetar los originales porque facilitaría su consulta sin tener que visitar el archivo”, continúa Martínez.

“Si tú buscas la Casona en internet, hay muy poco que ver” agrega Juan Manuel Bonet Planes. El ex director del Museo Nacional y crítico de arte tiene claro que “este legado debe estar suficientemente documentado en la red”. Un aspecto compartido por Rodríguez Uribes, que indicó que “estamos construyendo lo que la Casona puede ser a partir de ahora”, y que matizaba Ana María Arias de Cossío. La integrante de la tercera generación de la familia Cossío defendió que la digitalización “nunca podrá sustituir al coloquio, la discusión y la narración que yo viví en esa casa”. Catedrática emérita de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, confesó que “el recuerdo que yo tengo con Gregorio Marañón padre es algo que me va a acompañar durante toda la vida”.

El programa académico de este curso comenzó ayer y se organiza en torno a tres sesiones temáticas. Las conferencias, coloquios y mesas redondas del primer día versaron sobre la familia Cossío y su legado cultural. Hoy se profundiza en la vinculación del lugar con el desarrollo de las Artes Plásticas y la Literatura. El curso concluye mañana con una visita a la propia Casona de Tudanca y a su archivo histórico.

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