La UIMP repasa los factores que contribuyen al éxito del acelerador de partículas a través de expertos del CERN

Santander. – El proceso de construcción del mayor y más complejo acelerador de partículas del mundo, el LHC, es el punto de partida de CERN: el laboratorio de Física de Partículas de España en Ginebra. Unos comienzos no exentos de complicaciones, según José Miguel Jiménez, jefe de tecnología del Laboratorio Europeo de Física de partículas (CERN) y director del encuentro que ha inaugurado durante esta primera jornada en la UIMP.

Con un bagaje iniciado en marzo de 1984, el LHC, enclavado junto a Ginebra, en la frontera franco-suiza, necesitó siete años para empezar a "cuajar", ha explicado Jiménez, por "problemas a la hora de financiar el proyecto". Una de las soluciones que ha señalado fue pedir a Francia y Suiza que incrementaran la inversión, una "dinámica que sigue en la actualidad". Además de la inversión, ha añadido, los grandes proyectos necesitan una "estabilidad de la política científica" unida a un fuerte tejido empresarial y universitario.
El siguiente paso fue crear la infraestructura necesaria para la ejecución del proyecto, "proceso largo que genera muchos conflictos" en las localidades del entorno, ya que el túnel creado para el gran colisionador de electrones tiene 27 km de circunferencia. Además de las instalaciones, el jefe de tecnología del CERN ha nombrado otros momentos críticos de los inicios del LHC antes de que, en el verano de 2012, se produjera el hallazgo del bosón de Higgs.
El director del curso ha incidido en que el acelerador LHC y los experimentos funcionan gracias al apoyo y soporte de "todos los equipos y universidades externas". A su juicio, construir un "gran instrumento científico es más que un reto técnico una aventura humana", el éxito se construye entre todos y el compromiso a largo plazo es "esencial", porque las complicaciones son "más grandes de lo que se puede esperar", ha puntualizado.
El encuentro abordará durante sus dos jornadas un repaso a los aspectos que han contribuido al éxito del LHC, que ha empezado a funcionar de nuevo tras dos años de parada. Periodo en el que se ha preparado para aguantar casi el doble de energía en las colisiones de protones que genera respecto a la fase anterior que sirvieron para descubrir el bosón de Higgs.

 

Fotografía: Pablo Hojas